Días bellos del preludio invernal, fríos, escarchados, transparentes… me agradan el Otoño y el Invierno; me recuerdan a mi infancia y las vacaciones en Tampico, a las tardes de juegos con mis primos, cuando mi hermano Julio y yo paseábamos en la misma bicicleta, a esas noches donde tíos, papás, hijos y abuelita jugábamos a la lotería… era un gozo escuchar como la cantaba mi tío Nacho: “¡La que no tiene piernas: La Sirena!”, “¡El que no deja la botella: El Borracho!”, “¡El que siempre anda elegante: El Catrín!”, “¡Sale de día y se oculta de noche: El Sol!”, “!El que nos despierta en las mañanas: El Gallo!”…. ¡LOTERÍAAAAA!… pasábamos horas y horas jugando en las noches navideñas.
Ayer soñé cuando me regalaron mi primera bicicleta, una de color verde con una canastita en el frente y que utilicé hasta que perdió por completo su color paseando todas las tardes por la colonia Arboledas, me la regalaron de regreso de unas vacaciones, llegamos a la casa y ahí estaban en la sala las tres bicicletas: una chiquita negra para Jorge, una deportiva roja para Julio y la mía muy femenina… felices salimos a estrenarlas, recuerdo cómo el aire frío laceraba mis mejillas y aún así le daba a toda velocidad… tuve una infancia feliz, rodeada de familia y muy consentida… el tiempo ha pasado y esa infancia es para mí un oasis guardado en mi memoria al que puedo regresar cuando la muerte de mi gente amada se vuelve casi insoportable.
Estos días he estado recordando a mi familia, a mis vacaciones, a mi infancia, tal vez porque mi sobrinito se ha quedado unos días con nosotros y lo veo feliz, juguetón, cariñoso, y me gustaría poder rodearlo de ese halo de protección y alegría que me dio mi familia y a la vez me entristece hasta el tuétano saber que mis papás y mi tía Oli no lo conocieron… además ya viene otro en camino: ¡Felicidades Jorge e Itchel!
Ayer soñé cuando me regalaron mi primera bicicleta, una de color verde con una canastita en el frente y que utilicé hasta que perdió por completo su color paseando todas las tardes por la colonia Arboledas, me la regalaron de regreso de unas vacaciones, llegamos a la casa y ahí estaban en la sala las tres bicicletas: una chiquita negra para Jorge, una deportiva roja para Julio y la mía muy femenina… felices salimos a estrenarlas, recuerdo cómo el aire frío laceraba mis mejillas y aún así le daba a toda velocidad… tuve una infancia feliz, rodeada de familia y muy consentida… el tiempo ha pasado y esa infancia es para mí un oasis guardado en mi memoria al que puedo regresar cuando la muerte de mi gente amada se vuelve casi insoportable.
Estos días he estado recordando a mi familia, a mis vacaciones, a mi infancia, tal vez porque mi sobrinito se ha quedado unos días con nosotros y lo veo feliz, juguetón, cariñoso, y me gustaría poder rodearlo de ese halo de protección y alegría que me dio mi familia y a la vez me entristece hasta el tuétano saber que mis papás y mi tía Oli no lo conocieron… además ya viene otro en camino: ¡Felicidades Jorge e Itchel!
Sobrinito Santigo cada vez más parecido a Jorge