Dices: "Ojala no te mueras"… ¿Qué deseo es ese? ¡Imagínate que se te cumpla! pero que friega me pondrías… ¿no que me deseabas cosas buenas?... no es que me quiera morir pronto, pero vivir eternamente pues tampoco es mi aspiración, además quiero dejar de trabajar en algún momento dado, y vivir para siempre me da la impresión de que implica mucho gasto.
¡De verdad imagínate!, ir viviendo la muerte de mis amigos, familiares… ver morir a mi sobrino, vivir tu muerte y la de todos los que ahora me conocen, para sólo conocer a otras personas que de antemano sabré se van a morir al rato… es condenarme a la más trágica de las soledades, al más terrible vacío existencial… si ya de por sí mi estado anímico no es el más optimista y alegre que digamos, en esta situación hipotética, donde ni siquiera pudiera usar la falsa salida del suicidio y estar condenada a vivir y vivir y vivir… así nada más, sin sentido, cómo ahora pero prolongado a la eternidad… me volvería el ser más miserable del universo, peor que Dios, él al menos puede crear munditos para desaburrirse, pero ¿y yo? pues si mi única esperanza es que este fastidio se acabe, mas o menos con dignidad…
no, no… no hay que tenerle tanto miedo a la muerte, hay que amarla y esperarla con brazos anchos de emoción, acariciarla, abrazarla, ¡AFERRARNOS A ELLA PARA QUE NO NOS VUELVA A ARROJAR A LA VIVA !, hay que volver cual hijos pródigos: besarle las manos y los pies y jurarle que no lo volveremos a hacer, que no volveremos a vivir… que sabemos que ella es la única que a pesar de todo nos ama, de una forma perfecta, sin condiciones, sin límites, buscándonos en todo momento… hay que cantarle frases dulces y llevarle perfumados azahares para sentir con una suave sonrisa en los labios el acerado abrigo de su bello manto de olvido… en ese momento, mi querido amigo, serán (como bien dice Sabines) tus nupcias definitivas…
Un libro que me gusta mucho, su título es: Poemas japoneses a la muerte, es muy interesante porque se trata de algunos poemas y haikus escritos por monjes zen en el umbral de la muerte… por decirlo de otra manera: su muerte fue la ocasión para escribir un brevísimo poema (haiku) y algunos son divertidos, otros muy reflexivos, otros descriptivos, todos muy bellos, algunos ejemplos: Va el nombre del autor, fecha y edad de muerte, transliteración del japonés y su traducción.
Kibai (Murió el decimosegundo día del segundo mes de 1788, a la edad de 70 años)
Negawaku wa
Mui no miyako o
Sumidokoro
Mi único deseo
es vivir en la capital
de la no-acción.
Kiba (murió en 1868, a la edad de 90 años)
Oi no mi ya
hazue no omoru
tsuyu no tama
Mi viejo cuerpo:
una gota de rocío que ha crecido
en la punta de una hoja
Kinko (murió el vigésimo séptimo día del séptimo mes de 1860, a la edad de 60 años)
Aki no yo mo
tada kujaku to
akete yuku
En la vasta y vacía
noche de otoño
amanece
Raizan (murió en 1716, a la edad de 63 años)
Raizan wa
umareta toga de
shinuru nari
sore de urami mo
nanimo kamo nashi
Raizan ha muerto
para pagar el error
de haber nacido:
no culpa a nadie de ello
ni guarda ningún rencor
Senryu (murió el segundo día del sexto mes de 1827)
Hasu no ha no
tsuyu to kieyuku
wagami kana
Como gotas de rocío
sobre una hoja de loto
desaparezco
Retsuzan (murió el vigésimo quinto día del octavo mes de 1826, a la edad de 37 años)
Tsuyu no yo to
Satoru sono yo o
Nezame kana
La noche en que comprendí
Que este es un mundo de rocío,
Me desperté del sueño
Bueno, hay muchos más… Con esto nos damos cuenta de que bajo otra cultura, otra religión, existe otra forma de asumir la muerte, como algo más natural… porque es lo más natural… sin desesperación… Y te puedo asegurar que me voy a morir… eso es lo único de lo que estoy segura, también morirás tú y toda la gente que amas, tú me dices: “¿Qué queda de los muertos amados? un inútil recuerdo, una frágil nostalgia... que de nada sirven o por lo menos de casi nada” y yo te digo que de los muertos no queda nada, lo que creemos que queda no es de los muertos, es de nosotros, los que estamos vivos, queda nuestra idea de ellos, (que por cierto después de la muerte siempre se magnifica y distorsiona), queda nuestra necesidad de ellos, pero los muertos están muertos y ya… ¿te acuerdas que te pregunté, tú donde crees que están mis papás? No era una pregunta de consuelo, yo bien sé que no están en ningún lado… sólo quería ver, desde tu fe, que contestabas, ¿no es la gran promesa de tu Dios la vida eterna?, ¿Qué no es esa tu apuesta?.... pero la Verdad que se impone en la experiencia de la muerte es avasalladora, y rompe toda posible promesa… en paz descansen nuestros muertos… aunque ni descanse, ni estén en paz, ni nada, porque simplemente no están, no son…
¡De verdad imagínate!, ir viviendo la muerte de mis amigos, familiares… ver morir a mi sobrino, vivir tu muerte y la de todos los que ahora me conocen, para sólo conocer a otras personas que de antemano sabré se van a morir al rato… es condenarme a la más trágica de las soledades, al más terrible vacío existencial… si ya de por sí mi estado anímico no es el más optimista y alegre que digamos, en esta situación hipotética, donde ni siquiera pudiera usar la falsa salida del suicidio y estar condenada a vivir y vivir y vivir… así nada más, sin sentido, cómo ahora pero prolongado a la eternidad… me volvería el ser más miserable del universo, peor que Dios, él al menos puede crear munditos para desaburrirse, pero ¿y yo? pues si mi única esperanza es que este fastidio se acabe, mas o menos con dignidad…
no, no… no hay que tenerle tanto miedo a la muerte, hay que amarla y esperarla con brazos anchos de emoción, acariciarla, abrazarla, ¡AFERRARNOS A ELLA PARA QUE NO NOS VUELVA A ARROJAR A LA VIVA !, hay que volver cual hijos pródigos: besarle las manos y los pies y jurarle que no lo volveremos a hacer, que no volveremos a vivir… que sabemos que ella es la única que a pesar de todo nos ama, de una forma perfecta, sin condiciones, sin límites, buscándonos en todo momento… hay que cantarle frases dulces y llevarle perfumados azahares para sentir con una suave sonrisa en los labios el acerado abrigo de su bello manto de olvido… en ese momento, mi querido amigo, serán (como bien dice Sabines) tus nupcias definitivas…
Un libro que me gusta mucho, su título es: Poemas japoneses a la muerte, es muy interesante porque se trata de algunos poemas y haikus escritos por monjes zen en el umbral de la muerte… por decirlo de otra manera: su muerte fue la ocasión para escribir un brevísimo poema (haiku) y algunos son divertidos, otros muy reflexivos, otros descriptivos, todos muy bellos, algunos ejemplos: Va el nombre del autor, fecha y edad de muerte, transliteración del japonés y su traducción.
Kibai (Murió el decimosegundo día del segundo mes de 1788, a la edad de 70 años)
Negawaku wa
Mui no miyako o
Sumidokoro
Mi único deseo
es vivir en la capital
de la no-acción.
Kiba (murió en 1868, a la edad de 90 años)
Oi no mi ya
hazue no omoru
tsuyu no tama
Mi viejo cuerpo:
una gota de rocío que ha crecido
en la punta de una hoja
Kinko (murió el vigésimo séptimo día del séptimo mes de 1860, a la edad de 60 años)
Aki no yo mo
tada kujaku to
akete yuku
En la vasta y vacía
noche de otoño
amanece
Raizan (murió en 1716, a la edad de 63 años)
Raizan wa
umareta toga de
shinuru nari
sore de urami mo
nanimo kamo nashi
Raizan ha muerto
para pagar el error
de haber nacido:
no culpa a nadie de ello
ni guarda ningún rencor
Senryu (murió el segundo día del sexto mes de 1827)
Hasu no ha no
tsuyu to kieyuku
wagami kana
Como gotas de rocío
sobre una hoja de loto
desaparezco
Retsuzan (murió el vigésimo quinto día del octavo mes de 1826, a la edad de 37 años)
Tsuyu no yo to
Satoru sono yo o
Nezame kana
La noche en que comprendí
Que este es un mundo de rocío,
Me desperté del sueño
Bueno, hay muchos más… Con esto nos damos cuenta de que bajo otra cultura, otra religión, existe otra forma de asumir la muerte, como algo más natural… porque es lo más natural… sin desesperación… Y te puedo asegurar que me voy a morir… eso es lo único de lo que estoy segura, también morirás tú y toda la gente que amas, tú me dices: “¿Qué queda de los muertos amados? un inútil recuerdo, una frágil nostalgia... que de nada sirven o por lo menos de casi nada” y yo te digo que de los muertos no queda nada, lo que creemos que queda no es de los muertos, es de nosotros, los que estamos vivos, queda nuestra idea de ellos, (que por cierto después de la muerte siempre se magnifica y distorsiona), queda nuestra necesidad de ellos, pero los muertos están muertos y ya… ¿te acuerdas que te pregunté, tú donde crees que están mis papás? No era una pregunta de consuelo, yo bien sé que no están en ningún lado… sólo quería ver, desde tu fe, que contestabas, ¿no es la gran promesa de tu Dios la vida eterna?, ¿Qué no es esa tu apuesta?.... pero la Verdad que se impone en la experiencia de la muerte es avasalladora, y rompe toda posible promesa… en paz descansen nuestros muertos… aunque ni descanse, ni estén en paz, ni nada, porque simplemente no están, no son…